Es un hecho muy cierto que cuando un grupo de personas se encuentra junto se desarrolla algún nivel de conflicto. No se puede evitar. Una señal de que una empresa, una comunidad, un matrimonio o una amistad, son emocional y espiritualmente maduras es la voluntad y la habilidad de resolver los conflictos.
¿Qué es una persona difícil? Es una persona cuyo comportamiento crea problemas, tanto a usted como a los demás. Relacionarse con gente difícil, significa tener que tratar con actitudes difíciles y entender que nuestra actitud puede ayudar a mejorar el comportamiento conflictivo de los demás.
Cuando nos encontramos con una persona difícil, muchos de nosotros reaccionamos de tal manera que empeoramos el problema; por ejemplo: Respondemos con una replica maliciosa, actuando a la defensiva, en vez de intentar dominar la situación real. Nos tomamos el mal humor de las otras personas como algo personal. Estas reacciones suelen ser contraproducentes, reducen nuestras posibilidades de transformar un encuentro negativo, en uno positivo y constructivo para ambas partes.
Puede que no seamos capaces de controlar directamente la actitud de los demás, pero aprendiendo Técnicas de Programación Neurolingüística podremos, sin lugar a dudas, influenciar en los demás, alterar positivamente su estado de animo, modificar y apaciguar su coraje y dominar nuestros propios comportamientos a la vez que aplicamos palabras efectivas, que nos ayuden a convertir su (y nuestra) actitud difícil en un comportamiento más civilizado, constructivo y alineado a un objetivo.
“Los necios provocan pleitos por todas partes, mientras que los sabios tratan de mantener la paz. Es inútil discutir con el necio por que se vuelve en injurias y burlas y los ánimos se caldean…”
Proverbios 29:8-9,26
Una persona de personalidad difícil no se comporta de modo problemático por placer, sino por temor: actúa por miedo de ser abandonado, incomprendido, agredido o de estar él mismo o poner a los que ama en peligro, entre otras.
No tener en cuenta esta causa fundamental, o no querer ver la vulnerabilidad que esconde esta actitud perturbadora, es encarrilarse directamente a la vía del conflicto y el malentendido. La comprensión no debe confundirse con la pasividad o la indiferencia.
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